Modo de servir, tomar y comer el pan y la sal

El trozo de pan que se tiene para comer debe colocarse al lado izquierdo, junto al plato o sobre la servilleta

Reglas de cortesía y urbanidad cristiana

 

Tomar y servir la sal y el pan. Modo de servir, tomar y comer el pan y la sal foto base jill111 - Pixabay

El pan y la sal: cómo servirlos y utilizarlos en la mesa

Aquella urbanidad

El trozo de pan que se tiene para comer debe colocarse al lado izquierdo, junto al plato o sobre la servilleta; es descortés ponerlo a la derecha, o delante, o detrás del plato, o más aún junto al pan de otro.

Se pueden cometer diversas descortesías al cortar el pan, de las que deben guardarse particularmente los niños: por ejemplo: es muy mal educado ahuecar el pan para tomar sólo la miga; o separar ambas cortezas cortándolo a lo largo; o desollarlo -por decirlo así- quitándole toda la corteza alrededor; o cortarlo en pedacitos como se hace con el pan bendito, y dejarlo así sobre la mesa; o dejar caer muchas migas sobre el mantel cuando se corta; también es chabacano agarrarlo con toda la mano para cortarlo, o apoyarlo en el pecho, o cortar para sí un trozo sobre el mantel o sobre el plato; más grosero es aún partirlo con la mano, pues el pan debe cortarse siempre con el cuchillo.

Todos estos modos de cortar el pan son tan ridículos que sólo las personas mal enseñadas y de baja educación son capaces de ello.

Cuando quiere ofrecerse pan a alguien, no debe hacerse con la mano sino sobre un plato limpio, o sobre una servilleta; y se debe recibir en la mano como si se la besase.

Cuando se quiere cortar un poco de pan de uno puesto en común, se debe limpiar de antemano el cuchillo, y no cortar un trozo demasiado grande; se debe evitar cortar la corteza sólo por un lado, más bien débese cortar siempre derecho en longitud, hasta hacia la mitad del pan, sin tomar más del lado de una corteza que de la otra, pues no es educado ni prudente escoger en el pan lo que se desea tomar: sería dejar para los demás el resto y lo que no es del gusto propio, y poner bien en evidencia la propia sensualidad.

Si se tienen los dientes tan dañados que no se pueda comer la corteza del pan, es mejor quitarle la corteza sólo por trozos pequeños, a medida que se come, que no toda de una vez; porque no es conveniente poner sobre la mesa un trozo grande de pan que sea solamente miga.

Produciría muy mal efecto, al comer el pan, tener un trozo grande asido con la mano; normalmente hay que dejarlo sobre la mesa, y cortar cada vez con el cuchillo el trozo que quiere llevarse a la boca; es conveniente que los pedazos sean pequeños, y hay que llevarlos a la boca siempre con la mano sola, e introducirlos en ella teniéndolos con el pulgar y el índice.

Los huevos pasados por agua se comen ordinariamente mojando el pan en el huevo; por esto, cuando se quieran comer así, antes de romperlos se debe preparar el pan necesario para comer; pero no está nunca permitido mojar el pan en el vino, como para hacer sopa; esto apenas se permite a las personas indispuestas y éstas no deben hacerlo sin necesidad evidente y sin que les esté prescrito como auténtico y casi único remedio.

La sal, dice el Evangelio, es el condimento de los alimentos; hay que tomarla del salero con la punta del cuchillo, y nunca con los dedos, y luego ponerla en el plato.

Antes de meter el cuchillo en el salero para tomar sal, hay que procurar limpiarlo con la servilleta; pues es grosero tomarla con un cuchillo grasiento o sucio; y no hay que tomar más que la cantidad necesaria.

No deben meterse nunca en el salero los trozos de carne que se desea comer, sino que se deben salar con la sal que se haya puesto en el propio plato.

No hay que dejarse influir por la idea tonta de ciertas personas que tienen escrúpulos de ofrecer sal a los demás: y cuando se quiera ofrecerla a los que están alejados, se debe o bien ponerla en un plato para ofrecerla a los que tienen necesidad, o bien ofrecerles el salero, si es posible, para que se sirvan ellos mismos.

En cuanto a la mostaza, cuando se utiliza en la mesa, se procederá, poco más o menos, como para la sal.