Anécdotas y aforismos para recordar

Las anécdotas ilustran, frecuentemente, una enseñanza moral. ¿Quién no recuerda alguna de las que ha sido protagonista un personaje histórico?

 

Reina Victoria. Reina Victoria del Reino Unido Royal Collection: Trust

Anécdotas históricas de grandes personajes

Las anécdotas ilustran, frecuentemente, una enseñanza moral. ¿Quién no recuerda alguna de la que ha sido protagonista un personaje histórico?

Lo mismo cabe decir de los aforismos, sentencias y frases famosas.

De los personajes más célebres existe un acerbo de frases y anécdotas en libros biográficos, históricos, etc. En lo concerniente a las frases y sentencias, no todo lo que se atribuye a un determinado personaje pertenece a su propia cosecha, A veces se cita a Napoleón , verbigracia, como autor de tal o cual frase, cuando en realidad habría que citar a Oscar Wilde , a Plotino o cualquier otro personaje.

De haber sido realmente el "Gran Corso" autor de todos los dichos que se le atribuyen, no habría tenido tiempo de conquistar media Europa. La leyenda se ha encargado de afilar su ingenio tanto como su espada, con gran detrimento del rigor histórico.

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Pero con el anecdotario no hay apenas posibilidad de error. Se ofrecen a las generaciones futuras con pelos y señales, y se atribuyen, de una vez por todas, a un personaje determinado.

Las anécdotas que siguen son, en cierto modo, trozos de historia. O, para mejor decir, pequeños cuadros de grandes personajes. Son materia para recordar, como las frases y sentencias. Que el joven lector saque sus propias y provechosas conclusiones.

Buenas conversaciones

1. Madame de Stäel ha pasado a la historia como una gran conversadora. Envolvía a sus oyentes en el encanto de sus palabras. Saint-Beuve cuenta que, de regreso a Chamberry, unos excursionistas ocuparon dos carruajes. Al llegar a su punto de destino, los del primer carruaje refirieron que les había sorprendido en el camino una gran tormenta. Los del segundo carruaje escucharon el relato con perplejidad, pues no habían oído truenos ni advertido nada anormal en el transcurso del trayecto, durante el que estuvieron embelesados con la conversación mantenida por madame de Stäel, Benjamín Constant, madame Recamier y Schlegel.

Para ellos no había habido truenos, ni relámpagos. Habían hecho "otro viaje".

2. En cierta ocasión, la Reina Victoria habló ásperamente a su esposo, el príncipe Alberto , quien se encerró en sus habitaciones, herido por el desusado trato. Poco después llamaban a la puerta. El príncipe inquirió:

- ¿Quién es?

- Abra. Soy la reina de Inglaterra.

El príncipe guardó silencio. Instantes después oyó unos golpecitos en la puerta, seguidos de estas palabras, dichas en tono sumiso y conciliador:

-Abre. Soy Victoria, tu esposa.

El príncipe no pudo por menos de apresurarse a franquear la entrada a su esposa.

Eduardo VII. Eduardo VII - National Portrait Gallery

3. Cuando Eduardo VII era príncipe de Gales, invitó a comer en su mesa a un eminente ciudadano, el cual, tomando el café, sorbió el líquido caído en el plato. Los otros invitados quedaron en aptitud perpleja y vacilante, pero el príncipe volcó su café en el plato e imitó a su distraído comensal.

¿Quién podía negarse a seguir su ejemplo?

4. Un consejo de Confucio a sus discípulos:

- Comportaos en vuestra propia mesa como si estuvierais sentados en la del Rey.