Carta de una señora a una amiga participándole la muerte de su esposo.

Carta y su correspondiente contestación participando a una amiga la muerte de su esposo.

Novísimo manual epistolar o colección completa de cartas familiares y de comercio.

 

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Carta de una señora a una amiga participándole la muerte de su esposo.

Sra. D.ª Rosa D.

Vitoria.

Zaragoza 4 de febrero de 184..

Mi querida amiga:

En cumplimiento de mi obligación le participo la triste noticia de la pérdida grande que he tenido de mi espodo D. F.D. esperando que en esta aflicción mía me aliviarás en alguna parte el profundo dolor que experimento con tu piadosa compasión.

Tu que sabes el entrañable amor que siempre le había profesado y los muchos sacrificios que para el recobro de su salud había hecho, apreciarás debidamente las lágrimas que ha debido costarme su temprana muerte. Mis ojos son dos fuentes que hace ocho días no se secan, y al contemplar a mis pequeños hijos que lloran también al ver mi tristeza, el corazón se me parte de angustia.

Ruega a Dios por su alma, amiga mía y recuerda la estimación particular con que siempre he sido tuya de corazón:

Dolores C.

Contestación.

Sra. D.ª Dolores C.

Zaragoza.

Vitoria 12 de febrero de 184..

Querida amiga:

Al tomar la pluma para contestar a la que me ha traído la infausta nueva de la pérdida de tu amado esposo, no creas sea mi ánima reprobar tu llanto; lo hallo demasiado motivado para que intente contenerle; has perdido al padre de ios hijos y a un compañero que el cielo te había dado para hacer tu felicidad en este mundo.

Justo es pues que llores su pérdida con lágrimas del corazón; pero tu dolor debe mitigarse al considerar en pnmer lugar que es una disposición del Altísimo y además que por tu parte has hecho todos los esfuerzos posibles para su alivio, que si bien no han tenido un resultado satisfactorio, deben dejar muy satisfecho tu espíritu.

La educación de tus hijos te servirá también de distracción y consuelo, pues en ellos verás continuamente la imagen de tu esposo y de su padre. Quiera Dios que sus virtudes igualen algún día las de aquel por cuyo eterno reposo ruega tu amiga que te aprecia:

Rosa D.