Las cartas. Correspondencia particular. Cartas familiares.

Los tipos de cartas según a quien se escriben y según el objetivo de la carta.

 

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Así como un cristiano no debe hacer visitas inútiles, la cortesía pide también que haga de modo que no escriba cartas que no sean necesarias.

Hay tres clases de cartas, en relación con las personas; pues se escribe a los superiores, a los iguales o a los inferiores. Las hay también de tres clases, vistas las cosas que se escriben, pues son cartas de negocios, familiares o de cumplidos: estas clases de cartas piden cada una su estilo y su forma particular.

Es necesario que las que se dirigen a los superiores sean muy respetuosas, que las que se dirigen a los iguales sean convenientes y tengan siempre algunas marcas de consideración y de respeto; en cuanto a las que se escriben a los inferiores, se les debe dar en ellas muestras de afecto y de benevolencia.

Cuando se escriben cartas de negocios, se debe primero entrar en el asunto, utilizar términos propios de la cosa de que se habla, y explicarse claramente y sin confusión. Si hay que tratar de más de un asunto, es bueno escribir por artículos, para hacer más claro lo que se quiere decir y el estilo más limpio. Las cartas familiares deben ser del mismo estilo del modo como se expresan en la conversación, con tal de que sea correcto, y hay que hacerse comprender en ellas como si se hablase.

Las cartas de cumplido deben ser corteses y complacientes, y no deben ser más largas que los cumplidos que se deben hacer.

Es más respetuoso, cuando se escribe a una persona superior, utilizar papel grande, y sea quien sea aquel a quien se escribe, el papel debe ser siempre doble; se puede utilizar papel pequeño para escribir esquelas, pero es preciso que el papel sea siempre doble.

Se empiezan todas las cartas por estas palabras: Señor, o Monseñor; si se escribe a una mujer, o a una chica, por una de éstas: Señora, o Señorita; si se escribe a su padre se usan estos términos: Señor y queridísimo padre; y estas palabras: Señor, Señora, etc., deben escribirse por entero, sin abreviación; pues escribirlas de otro modo sería totalmente contra el respeto.

La palabra Señor se escribe sola, en lo alto de la carta, del lado izquierdo, y entre esta palabra, Señor, y el comienzo de la carta se debe dejar el espacio de varias líneas en blanco; se deben dejar más o menos, según el rango de las personas a las que se escribe, y dejar más bien más que menos; pero se debe sobre todo tener cuidado de que la primera palabra del cuerpo de la carta no pueda hacer de unión, como un solo período, con la palabra Señor; como sería si, después de la palabra Señor, se comenzase la lectura por esta expresión: Vuestro lacayo ha venido a decirme...; y a esto debe prestarse atención también en la conversación.

Sería muy conveniente que los cristianos comenzaran sus cartas con estas palabras, de las que se sirve san Pablo de ordinario en las que él escribe: La gracia de Nuestro Señor Jesucristo esté siempre con vosotros, o con nosotros. Los superiores deben decir con vosotros, y los iguales con nosotros. En cuanto a las personas inferiores, la cortesía quiere que, al escribir a las personas que les son superiores, empiecen pidiéndoles su bendición, y darles muestras de entera y sincera sumisión.

Cuando se escribe a personas de rango eminente, no sienta bien servirse del término usted; de ordinario, al dirigirles la palabra, convendrá utilizar el término que expresa el título de su dignidad. Así, en lugar de decir usted, se debe decir a los príncipes: Vuestra Alteza; a los obispos, duques y pares y a los ministros de estado: Vuestra Grandeza; a los religiosos respetables: Vuestra Reverencia; a las personas a las que se debe respeto, es a propósito repetir de cuando en cuando, en el cuerpo de la carta: Señor, o Señora; se debe cuidar, sin embargo, de no ponerla dos veces en un mismo período, y de no ponerla después de la palabra yo, o de una persona inferior; y se debe poner ordinariamente la palabra Monseñor delante del título de honor, y la palabra Señor, después de usted, de este modo: Es de usted, Señor, de quien he recibido esta gracia.

Se debe, en el cuerpo de la carta, emplear el término que expresa el título de honor, tantas veces como naturalmente se pueda y sin forzarlo, si no, hay que utilizar el término Vos.

Cuando se utiliza un título honorífico, se debe poner la frase en la tercera persona, diciendo, por ejemplo: Su Alteza, Monseñor, me permitirá bien decirle...; Su Grandeza sabe bien lo que pasó...etc. Este término que indica la calidad, debe escribirse entero, al menos la primera vez que se escribe en cada página, y cuando se abrevia, poner por Su Majestad: S.M.; por Su Alteza: S.A.; y así los demás.

Se pone todavía el término Señor, o Monseñor, al final de la carta, según el rango de la persona a la que se escribe; y este nombre, Señor, debe estar en el medio del espacio blanco del papel que queda entre el final de la carta y las palabras siguientes: Su muy humilde y muy obediente inferior. El término Monseñor se pone lo más abajo posible; y si se ha dado a la persona a la que se escribe un título de honor en el cuerpo de la carta, al final de la carta, después de esta palabra Monseñor, hay que poner seguido, aunque un poco más abajo, de este modo: Monseñor, de Su Alteza, de Su Excelencia, o de Su Grandeza, el muy humilde, etc.

Al escribir deben tenerse en cuenta los términos de educación y cortesía de los que uno se sirve al hablar, para observar las reglas de la urbanidad, y no está permitido usar los términos de favor y amistad con las personas superiores, o con las que se debe tener consideración y respeto; no se los puede usar si no es con personas que sean por lo menos un poco inferiores; no se debe decir, por ejemplo: usted me ha hecho este favor, etc., sino: usted, Señor, ha tenido la bondad de hacerme este favor.

Es preciso que el estilo de la carta sea el del asunto del que se trata. Si, por ejemplo, se habla de un asunto serio, es necesario que el estilo sea serio; y hay que cuidarse mucho de no utilizar alguna expresión familiar, y menos aún términos jocosos. Se debe asimismo hacer de modo que el estilo sea limpio y conciso; pues es conveniente, en las cartas, aplicarse a decir las cosas en pocas palabras; es la manera de escribir que tiene más estilo y que agrada más. Si la carta que se escribe es una respuesta, se debe primero indicar la fecha de la carta que se ha recibido, y responder artículo por artículo a todos sus puntos, y añadir luego lo que se quiera mandar de nuevo.

Si aún queda mucho por escribir de la carta y parece que no hay bastante lugar para poner la palabra Monseñor en el lugar que debe ocupar, será conveniente arreglar de tal modo la escritura, que puedan quedar al menos dos líneas para escribir en la página siguiente; pues no debe haber menos de dos líneas en una página.

Al pie de la carta, como signo de sumisión respecto de la persona a la que se escribe, después del término: Soy, u otros parecidos, se ponen las palabras: Vuestro muy humilde y obediente Servidor, y se ponen en dos líneas, abajo y en el ángulo derecho del papel; con estas palabras termina siempre toda carta, porque no tenemos ninguna otra manera para expresar nuestro respeto. Escribiendo a su padre, un hijo dirá: Su muy humilde y muy obediente hijo. Un súbdito a su rey, usa los términos: Sir, Vuestra Majestad, el muy humilde, muy obediente y muy fiel súbdito.

Cuando se escribe a un igual, o a una persona que está por debajo de uno, se deben utilizar siempre términos que manifiesten respeto, tratando a aquel a quien se escribe como si estuviese simplemente por encima de uno, y no utilizando nunca ningún término que indique amistad o familiaridad. Si se escribe a una persona que está muy por debajo de uno, como podría ser un artesano o un campesino, se le escribe ordinariamente sin llamarle Señor; y se pone al final, seguido: Su afectísimo servidor.

Al acabar, se deben poner siempre estos términos: Su muy humilde, etc., en nominativo o en acusativo, y nunca en genitivo o en dativo, por ejemplo: Soy su etc., y no: Ordene a su, o reciba de su, etc.

La cortesía quiere siempre, cuando se escribe, que se ponga la fecha del mes y año en que se escribe, y no la del día de la semana; y para mayor respeto, hay que ponerla al pie de la página en que acaba la carta, del lado izquierdo, debajo de la palabra Señor. Sin embargo, en las cartas de negocios, es mejor poner la fecha al comienzo, a lo alto, del lado derecho, pues conviene que el que la reciba sepa su fecha antes de leerla; también se puede hacer así cuando se escribe a un familiar o a un inferior.

Cuando se escribe a una persona superior, es totalmente contrario al respeto poner besamanos para otros al pie de la carta; y no lo es menos dirigir besamanos y recomendaciones a personas que son de rango muy superior a uno, o darles por carta algún encargo parecido; esto sólo está permitido entre amigos y entre personas iguales o familiares. Esta clase de cortesía al pie de las cartas se hace ordinariamente de este modo: Permítame, le ruego, Señor, asegure al Señor N., o a la Señora N., de mis humildes servicios y respetos; o: Le pido muy humildemente que asegure a, y acepte, si le place, Señor, que envíe aquí mis más humildes besamanos al Señor N., a la Señora N.

Si la carta está escrita por todos los lados, hasta abajo, no es cortés meterla así en el sobre; es conveniente cubrir la última página con un papel en blanco y pegarlo por un borde a la carta escrita.

Cuando se escribe a una persona que se debe respetar mucho, es decente meter la carta en un sobre blanco y bien limpio, y escribir la dirección en el sobre y no en la carta.

La dirección de una carta comienza con estos términos: Al Señor, Señor A., se pone en lo alto de la parte superior de la carta, al principio de la línea, del lado izquierdo, y esta palabra Señor, o bien Al Señor, todo seguido, se pone al final de la misma línea, del lado derecho; al pie del sobre, o del dorso de la carta, se repite la palabra Al Señor, luego se pone el nombre de la persona a la que se escribe, su rango y su residencia, de este modo:

Señor N. Consejero del Rey... calle... abajo del todo, en el ángulo de la carta, del lado derecho, se pone el nombre de la ciudad en que reside esta persona, París, por ejemplo, si reside en París. Es muy descortés en el que escribe, tasar el precio de la carta, poniendo, por ejemplo, (porte tres soles). Si se escribe a una persona que esté muy por encima de uno, se pone ordinariamente en lo alto de la parte superior de la carta, en la mitad de la línea, Para; y hacia la mitad del papel, el resto de la dirección, todo seguido, y abajo del todo, en el ángulo, el nombre de la ciudad en que reside la persona a la que se escribe. Se pueden escribir esquelas a una persona igual, familiar o inferior; también se puede hacer con personas superiores, cuando se les escribe a menudo; la dirección en las esquelas se pone como en las cartas.

Cuando alguno de nuestros amigos nos lo pide, o si alguna persona a la que debemos respeto manda abreviar las ceremonias que se usan al escribir las cartas y que se le escriba en esquelas, es decir, seguido, sin poner Señor al principio y sin dejar claros, se debe hacer, por no hacerse molesto y por respeto al que lo manda.

Cuando se escribe una esquela, hay que poner Señor en el cuerpo de la misma, después de las primeras palabras, de este modo: usted sabe, Señor, etc., y escribirlo y repetirlo como en las cartas; y al fin hay que poner seguido: Soy enteramente, Señor, su muy humilde y obediente servidor.

Nunca se debe leer cartas, ni esquelas, ni papeles, ni nada, cuando se está en compañía, a menos que sea tan urgente que no pueda uno dispensarse de ello; no está siquiera permitido en presencia de otro, a menos que sea uno muy superior al mismo.

Cuando se está obligado a leer una carta, estando en compañía, se deben pedir excusas al grupo, y pedirle tenga a bien permitir que se dé respuesta a la persona que la ha traído; después debe levantarse, si se estaba sentado, y retirarse aparte para leer la carta en voz baja.

Es muy descortés, cuando se ha empezado a leer en voz alta una carta, u otra cosa cualquiera, para comunicarla a otros, leer en voz baja, o entre dientes, alguna parte que se quiere ocultar a los demás. Y cuando se ha leído aparte una carta, es conveniente mostrarse complaciente, al regresar al grupo, y declararles lo que se pueda decir, particularmente si es alguna noticia, afín de no parecer misterioso en sus asuntos. Cuando alguien presenta una carta a otro, si el que la presenta es superior, y si esta carta concierne los asuntos de aquel a quien la presenta, lo que podrá fácilmente saber, no debe ni abrirla, ni leerla delante de esta persona.

Si esta carta se refiere a los intereses de la persona que la presenta, ésta puede buenamente abrir la carta en su presencia, haciéndole de antemano alguna muestra de cortesía.

Cuando se da uno cuenta de que alguien quiere leer una carta en secreto, no se le debe acercar en absoluto, a menos que el que la lee le pida que lo haga.