La dignidad del comportamiento

Intentar ser educado, simpático y prudente al mismo tiempo es algo que se consigue a base de práctica, de ensayos, muchos de los cuales fracasaron y tuvieron la humildad de corregirse a sí mismos

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La dignidad del comportamiento. Un camarero sonriente en su trabajo protocolo.org - FP Pro

Buenas maneras y etiqueta en un establecimiento de hostelería y otros lugares

Las buenas maneras son una de las piedras angulares de cuanto sucede en una sala. El concepto del "saber estar" se encuentra íntimamente relacionado con las palabras clave del oficio. Desde la recepción hasta la despedida. El vocablo, la expresión, el orden de prioridades y preferencias. La manera en la que ha de ser entregada la carta. La forma en la que se cede el paso y se abre o se cierra una puerta.

El respeto a los demás como primera premisa para tenernos respeto a nosotros mismos. Delicadeza, diplomacia, cautela, tino. Desear buen apetito y deshacerse del vulgarismo que hace referencia a los tintes del provecho. El saludo y la forma de éste en función de la hora en la que nos encontremos. No confundir la noche con el día y tener la sutilidad de que no parezca que nadie llega tarde sea la hora que sea. Los ademanes y la ecuación de su equilibrio.

Llamar a las cosas por su nombre y tener claro que los señores no vienen en caballo, y las señoritas, que yo sepa, todas son señoras. Saber gastar una broma. Escabullirte del dramatismo. Aportarle puñados de arroz en forma de armonía y sosiego a la paella de la mesura bajo la receta del trato. No contestar a la torera. Hacer uso del silencio. Finura, urbanidad, corrección, cortesía.

Intentar ser educado, simpático y prudente al mismo tiempo es algo que se consigue a base de práctica, de ensayos, muchos de los cuales fracasaron y tuvieron la humildad de corregirse a sí mismos. La observación es vital para aprender sobre esto; es suficiente la relación diaria con nuestros semejantes.

La calle, un pasillo, un hall, la cola del supermercado, el escalón del estanco o la barra del bar, las escaleras de los grandes almacenes o el ascensor de la facultad son escenarios sobre los que se le puede sacar punta al lápiz del protocolo.

Gentileza, urbanidad, afecto y complacencia son ingredientes fundamentales para hacernos la vida más fácil. De eso sabe un rato Félix Losada. Su "protocolo inteligente" es una joya que no se puede dejar de leer y el camaleón de su portada lo dice todo. Por otro lado Carmen Cuadrado nos regala sus "Buenas maneras contadas con sencillez" que se lee de un tirón y sin anestesia; una perita en dulce de la naturalidad de estas cuestiones.

En estos asuntos el teléfono no se queda atrás; puede que sea uno de los capítulos a cerca de los cuales menos se haya escrito y de los que más me llaman la atención. En muchas ocasiones es a través del aparato cuando se tiene la primera toma de contacto, a partir de la cual comienza el servicio; es el punto de partida desde el que el futuro cliente comienza a hacerse una idea de las manos sobre las que se encuentra su gasto venidero.

Cuando se habla de este tipo de ritos parece que vale con saber a quién servir primero. No es eso. Es un cúmulo de detalles basados en la delicadeza, en la prudencia, en la distancia que se hace cómoda, en el sitio que hay que saber ocupar en cada momento. En lo que nos hace a todos iguales. tengamos lo que tengamos y vengamos de donde vengamos, la dignidad del comportamiento.