Etiqueta y el ceremonial de la corte española. La etiqueta borgoñona en la corte de España (1547-1800)

El autor interpreta la etiqueta y el ceremonial de la corte española como un código que promueve el orden y la jerarquía

 

La etiqueta borgoñesa. La etiqueta borgoñona en la corte de España (1547-1800). Corte de Felipe II protocolo.org

La etiqueta borgoñona en la corte de España (1547-1800)

La etiqueta borgoñona en la corte de España. Etiqueta y el ceremonial de la corte española

Resumen. La etiqueta borgoñona en la corte de España (1547-1800)

En este artículo, el autor interpreta la etiqueta y el ceremonial de la corte española como un código que promueve el orden y la jerarquía, realzando así la autoridad monárquica. El periodo estudiado se centra en la Edad Moderna y comprende desde los reinados de Carlos V y su hijo Felipe II hasta el de Carlos III.

Resum. L 'etiqueta borgonyona a la cort d'Espanya (1547-1800).

En aquest article, l'autor interpreta l'etiqueta i el cerimonial de la cort espanyola com un codi que promou l'ordre i la jerarquia, amb la qual cosa enalteix l'autoritat monàrquica. El període estudiat se centra en l'Edat Moderna i comprèn des dels regnats de Carles V i el seu fill Felip II fins al de Carles III.

Abstract. Burgundian etiquette at the Court of Spain, 1547-1800.

Though this article, the author analyses the Burgundian etiquette that ruled the Court of Spain from 1547 to 1800 as a perfectly structured code to ensure the social respect to the supreme authority of the king and to other members of the royal family.

El primero de mayo de 1681, el último rey Habsburgo de España, Carlos II, la reina, María Luisa de Orleans, y la corte celebraban el santo del padre de la reina, Felipe, duque de Orleans. La corte estaba en ese momento en el pequeño palacio de Aranjuez, situado entre ríos, islas, bosques y jardines, un confortable lugar de recreo al sur de Madrid. Parte de la celebración consistía en un corto entretenimiento teatral representado por los oficiales de la Casa Real y escrito especialmente para la ocasión. A pesar de que la representación era en verso, le faltaba, como a muchas obras semejantes, calidad literaria. Sin embargo, para el historiador vale la pena estudiarla brevemente por su contenido o la importancia de la etiqueta en la corte. Se llamaba Loa de la etiqueta y oficio de las Casas Reales, y los protagonistas eran varios empleados de la despensa, de la cocina del rey, de la tapicería y de otros departamentos de la corte. Sus protagonistas, sin embargo, eran el mismo palacio de Aranjuez y la etiqueta personificada (Loa de la etiqueta y oficio de las Casas Reales, Biblioteca Nacional, Madrid, MS 83.).

El argumento describe cómo Etiqueta, desafiada por Aranjuez, se bate en duelo con éste último, lo derrota y se establece en la Casa Real. Entonces Etiqueta le dice a Aranjuez: "en mi abrazo encontrarás cordura y fortaleza (...) de entre libros y documentos yo surjo como (...) la justicia (...) yo aparezco allí donde mis preceptos se cumplen y mi verdad se desvela". Después, Aranjuez convence a Etiqueta de que se una a él en alabanzas para comunicar a la audiencia que los oficios de palacio, pautados por Etiqueta: "(...) se rigen por la justicia, para que ellos los reciban desde su prudencia, moderación y mantengan su fortaleza". Finalmente, completamente triunfante, Etiqueta canta sus propios elogios proclamando que en ella nosotros escuchamos "la voz de inviolables preceptos como la obligación y la obediencia".

Es una obra de teatro seria, sin humor ni encanto. Presentó ante la Corte con gran seriedad los efectos de la etiqueta tal y como los veían los empleados, los burócratas de la misma. Para ellos, la etiqueta conllevaba razón, fortaleza, justicia, verdad, prudencia y moderación a través de sus normas de obligación y de obediencia.

Los historiadores, sin embargo, normalmente usan diferentes términos para caracterizar este triunfo de la etiqueta en las jóvenes cortes de la moderna Europa. Otto Cartellieri, uno de los pioneros en el estudio de la etiqueta en la corte borgoñona, creía que los duques y sus consejeros habían elaborado el protocolo con el fin de propagar la creencia que la autoridad ducal era semisagrada; que la pompa contribuía a convencer a los súbditos del duque que "nada era demasiado bueno para él... (que) la mano del soberano no podía tocar nada ordinario". Y, tal y como concluye Cartellieri, los duques de Borgoña, por muchas incomodidades e inconvenientes que les supusieran, "siempre prestaron suma atención a los asuntos ceremoniales y de preferencia" (CARTELLIERI, Otto (1970). The Court of Burgundy. Studies in the History of Civilization, Nueva York, p. 53-54 y 63. Este trabajo fue publicado originalmente en alemán en 1926).

El sucesor de Cartellieri, Richard Vaughan, comparte las mismas opiniones en líneas generales. Tal y como demuestra, ya en 1360, los duques mostraban generosidad y magnificencia, solemnidad y "ceremonias esplendorosas y elaboradas" (VAUGHAN, Richard (1962). Philip the bold. The Formation of the Burgundian State, Londres. Ver también del mismo autor Valois Burgundy, Londres, 1975, p. 162-83.). Más recientemente, Richard Bonney ha enfatizado en cómo otros gobernantes y cortesanos desarrollaron, desde la época medieval en adelante, una cultura cortesana de ceremonia y mecenazgo con la intención de realzar su autoridad y el poder del estado absolutista. De este modo, se manipulaba a la opinión pública por medio de coronaciones, entradas reales en las ciudades, ceremonias fúnebres reales y la popular festividad del Te Deum, entre otros rituales (BONNEY, Richard (1991). The European Dynastic States, 1494-1660, Oxford, p. 486-490). También, historiadores hispanistas, aunque en contadas ocasiones, han estudiado la etiqueta y la cultura cortesana y han llegado a algunas conclusiones similares. John E. Varey, en su estudio de las procesiones reales del siglo XVII, concluye que la etiqueta de la Casa Real tiene como principal objetivo "asegurar el mantenimiento del orden a través de la insistencia en las preferencias y en el seguimiento de un ritual social fijo e invariable" (VAREY, John E. (1973). Processional Ceremonial of the Spanish Court in the Seventeenth Century". En: KÖRNER, K-H.; RÜHL, K. (eds). Studia Iberica. Festeschrift fürHans Flasche, Berna, p. 651).

En su importante estudio de la Corte de Felipe IV (1621-1665), J. H. Elliott concluía que el rey y sus asesores hacían "todo lo posible", haciendo uso de ceremonias y de la organización de la Casa Real, "para preservar el carácter sagrado de la realeza mediante la distancia" y para enfatizar "el único y distante esplendor de un rey divino" (ELLIOTT, J. H. (1989). The Court of the Spanish Habsburgs: A Peculiar Institution? En: ELLIOTT, J. H. Spain and its World 1500-1700, New Haven (existe traducción al castellano con el título España y su mundo: 1500-1700, Madrid, 1990). Ver también: ELLIOTT, J. H. Philip of Spain. Prisoner of Ceremony". En: A. G. DICKENS (ed.), The Courts of Europe, Londres, 1977, especialmente p. 160-170).

Ciertamente, Yves Bottineau, destacado estudioso de la cultura cortesana española de finales del XVII y del XVIII, escribió que mientras que el objetivo de la etiqueta era asegurar "la grandeza del príncipe y el lugar de cada cual", en España, a veces se convirtió en un constreñimiento tremendo y en un fin en sí mismo (BOTTINEAU, Yves (1972). Aspects de la Cour d’Espagne au XVIIè siècle: l 'etiquette de la Chambre du Roi. Bulletin Hispanique, vol. 74, p. 138).

La discrepancia entre las dos maneras de presentar la etiqueta es extensa. Por un lado, sus defensores del XVII que la representaban como un código de virtud; por otro, los estudiantes del XX que la analizan como un instrumento de propaganda y de autoridad. Sin embargo, ambos puntos de vista comparten un cierto entendimiento. Tanto para los contemporáneos como para los historiadores, la etiqueta, utilizada debidamente, reforzaba la jerarquía e imponía un orden; y conseguir asentar la jerarquía y el orden era, de entre todos, el principal objetivo de las culturas política y cortesana de las primeras elites dominantes modernas. Y tal era así, que ya Lady Fanshawe, esposa de un diplomático inglés de mediados del xvn y veterana cumplidora de la vida cortesana europea, elogiaba a la corte española describiéndola como la mejor ordenada en el mundo cristiano, por supuesto, después de la inglesa (FANSHAWE, Anne, Lady, Memoirs. Citado en: DUNLOP, John. Memoirs of Spain during the Reigns of Philip IV and Charles II from 1621 to 1700, Edimburgo, 1834, II, p. 372).

El objetivo de este ensayo es interpretar la etiqueta y el ceremonial de la corte española, particularmente el de la hora de comer de la familia real, como un código que promueve deliberadamente el orden y la jerarquía y, por eso, realza la autoridad monárquica. Además, me esforzaré por explicar el protocolo que la hora de la comida adquirió y retuvo su carácter especialmente rígido y realmente antipático. El periodo estudiado comprende casi la totalidad de la Época Moderna, desde Carlos V (Carlos I de España, 1516-1556) y su hijo Felipe II (1556-1598), pasando por Felipe IV, hasta el más exitoso de los reyes Borbones, Carlos III (1759-1788).

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