El joven de los buenos deseos
Ejemplo trascendental del buen comportamiento de los jóvenes y las ganas de aprender para corregir sus defectos
Las lecciones de un sabio solitario a un joven con ganas de aprender
Aquella urbanidad
Fue un joven de buenos deseos a ver a un solitario de Palestina, para que le enseñase a corregirse de sus defectos.
El solitario le llevó al huerto y le mandó arrancar un arbolito que aun era muy tierno. El joven lo arrancó sin dificultad.
Luego le mandó arrancar otro arbolito mayor que el primero, y también lo arrancó, pero con mayor trabajo.
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Arranca ahora éste, le dijo el solitario. Era el árbol ya mayor y ni pudo por más que trabajó.
El solitario, entonces, le dijo:
"Así pasa con los defectos; los has de arrancar en cuanto comiencen a nacer, porque si los dejas que echen raíces en el alma, cuesta mucho más y a veces no se puede".