Modos de negociar. Mediación. Compromiso. Arbitraje. I.

Funciones de los agentes diplomáticos en sus relaciones con el Estado cerca del cual están acreditados. Negociaciones. En tiempo de paz. A presencia de una posible eventualidad de rompimiento...

Derecho Diplomático. Aplicaciones especiales a las Repúblicas Sud-Americanas.

 

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Modos de negociar. Mediación. Compromiso. Arbitraje.

Funciones de los agentes diplomáticos en sus relaciones con el Estado cerca del cual están acreditados. Negociaciones. En tiempo de paz. A presencia de una posible eventualidad de rompimiento. En tiempo de guerra. La apertura de las Negociaciones no suspende el curso de las hostilidades. Lugar de la negociación. Su neutralidad. Inviolabilidad de los Negociadores. Modos de negociar. Buenos oficios. Mediación. Compromiso. Arbitraje.

La misión del agente diplomático es ante todas cosas una misión de paz, por consiguiente el más importante de sus deberes, en sus relaciones con la nación cerca de la cual está acreditado, es indudablemente el de esforzarse por conservar una perfecta inteligencia y cordial acuerdo entre ella y el Estado que le ha confiado el encargo de representarlo.

Para el cumplido logro de este esencial objeto conviene que esté circunstanciadamente al cabo de todos los acontecimientos que, en la vida de los pueblos, pueden herir las recíprocas susceptibilidades, a fin de explicarlos de una manera plausible y de desvanecer, cuando el caso lo requiera, infundadas preocupaciones. La franqueza, y una decorosa moderación, oportunamente asociadas a una firmeza digna, pero desnuda de jactancia, he aquí las dotes que, para alcanzar este fin, tiene que desplegar.

Otro de los deberes de los agentes diplomáticos es el de vigilar sobre el estricto cumplimiento de los tratados que existen entre los diversos Estados y de cuidar que las relaciones legales, políticas ó convencionales, que recíprocamente los ligan, no sufran la mas leve perturbación.

Deben contraerse igualmente de una manera muy especial, sobre todo en los momentos en que surja un conflicto, ya sea en el país donde residen, ya sea en los países vecinos, a estudiar detenidamente su pretexto ostensible, sus causas secretas y sus verdaderas tendencias; a sondear cual es, a este respecto, el juicio y el interés político del gobierno cerca del cual están acreditados, cuales sus intenciones y cuales sus proyectos, a fin de dar de todos estos pormenores detallada razón a su soberano, y de recabar instrucciones que puedan servir de norma a la conducta que deban observar, en armonía con las exigencias de la política y con los intereses de su nación.

Por fin, sería muy largo y muy difícil, cuando no imposible, el ir aquí sucesivamente determinando, en cada caso especial que pueda presentarse, las reglas del procedimiento del agente público. Bástenos decir que en toda ocurrencia, la prudencia deberá ser siempre su mejor consejera y que para procurar, en cuanto sea dable, el acierto, deberá buscar sus inspiraciones en la experiencia que tenga de los hombres y en la historia de la vida de los pueblos. Las lecciones del pasado, son, por lo común, la brújula más segura para orientarse en el porvenir.

Se llama negociación el conjunto de pasos, diligencias o esfuerzos encaminados a la práctica realización de un objeto determinado. Este objeto en diplomacia puede afectar muchas formas distintas: puede ser un tratado de paz, de comercio, de navegación o de alianza; puede ser una convención postal o telegráfica; puede ser una capitulación, un armisticio, un arreglo preliminar, etc. La persona encargada de dirigir o llevar a cabo un trabajo de esta naturaleza se llama negociador.

Las negociaciones constituyen la parte a la vez más seria y más elevada de la misión del diplomático, en ellas está librada a la inteligencia y a la probidad de un hombre la suerte de un pueblo, y para valemos de las expresivas palabras de un publicista contemporáneo (J. Bastide) "ellas son como la guerra: un medio de conquista, de defensa, a menudo de ruina, y puede decirse con razón que son, por lo común, mucho mas poderosas aun que las armas mismas".

Los oficios del ministro público, en su calidad de negociador, pueden ejercerse de tres modos: en tiempo de perfecta paz, a presencia de una posible eventualidad de rompimiento, o bien en tiempo de guerra.

En el primer caso la materia del arreglo suele ser generalmente la celebración de tratados relativos a intereses mercantiles, de convenciones postales o monetarias o en fin de estipulaciones, bajo cualquier forma o nombre que se les de, dirigidas a multiplicar y facilitar el comercio material, intelectual y moral de los pueblos, y a estrechar, en recíproco provecho, su intimidad y sus relaciones. El diplomático sobre este terreno tiene lugar de contraerse a un meditado estudio y de proceder con reflexión, con despacio y con calma, porque la naturaleza de los sucesos que se desarrollan a presencia de él no es tal que puedan instigarle a precipitar sus resoluciones. No así en las situaciones de las que en seguida vamos a ocuparnos.

En el segundo caso la misión del negociador se reviste de un carácter de más urgencia y de mucha mayor gravedad; sus esfuerzos entonces deben dirigirse a evitar a los pueblos los calamitosos desastres de la guerra, sin por esto, comprometer con imprudentes concesiones, que manifiesten de su parte debilidad, los intereses y la dignidad del país que representa. En estos solemnes momentos es, sin duda alguna, en los que aparecen en mayor relieve las dotes del hábil diplomático y del hombre de bien, que tiene que mantener en un riguroso equilibrio la firmeza y la prudencia.

Un escritor americano (Bello, "Principios de Derecho Internacional", parte 3.ª, Cap. 2.º - 1), definiendo con bastante exactitud los deberes que esta clase de situación impone al ministro público, se expresa así: "Aun en los casos de positiva desavenencia y declarado rompimiento, debe el ministro ser medido en su lenguage y mucho más en sus acciones, guardando puntualmente las reglas de cortesía que exige la independencia de la nación en cuyo seno reside, y las formalidades de etiqueta que la costumbre ha introducido".