Las gafas de sol de Don Juan Carlos.

Don Juan Carlos se lastima un ojo en un pequeño accidente doméstico.

 

Don Juan Carlos I. Gafas de sol de Don Juan Carlos I. Telecinco - telecinco.es

¿Qué esconden unas "reales" gafas de sol?

No hay nada tan maleducado y poco correcto, dicen los que saben de temas de buenas maneras y saber estar, que ocultar los ojos detrás de unas gafas de sol. Estos expertos, no nos hablan de las excepciones. Las habrá ¿supongo? ¿Estamos ante una de ellas?

S.M. el Rey don Juan Carlos I, acude, desde que tuvo un pequeño percance doméstico, a los actos oficiales protegido por unas generosas gafas de sol. Todo el mundo parece disculpar esta situación y justificar este comportamiento. Para mí, señores, es un error.

Si no hay un causa médica que lo justifique, no comprendo este "error" de su equipo de protocolo, tratando de disimular algo tan natural y cotidiano como un golpe. Una causa estética no es una causa médica para justificar este comportamiento tan poco adecuado, a mi manera de ver. De hecho, en días anteriores había acudido sin estas gafas, "luciendo" su golpe.

Vivimos en el siglo XXI. Si no quiere lucir el "trastazo" en todo su esplendor, existen el maquillaje e incluso materiales, como por ejemplo el látex, con los que poder disimular y casi eliminar de su rostro ese incómodo y "antisocial" golpe.

No creo que haya sido la mejor elección cubrirlo con esas gafas de sol tan poco discretas, agrandando mucho más el "supuesto problema", que no veo por ninguna parte. Un golpe es un golpe, aunque sea un "real" golpe. No creo que haya nada que ocultar, por incómodo que sea de ver para los demás. Un ojo algo morado, un pequeño derrame en el ojo... lo que a mucha gente le ha ocurrido alguna vez. Tener un ojo a la virulé.

Ocultar la mirada de una persona que te habla, que te saluda o que te entrega un premio es poco, muy poco adecuado, salvo por contadas excepciones que, en este caso, no creo que sea una de ellas.

Un cero patatero para su equipo de asesores y consejeros que han dado demasiada importancia a algo que, salvo por prescripción facultativa, no la tenía.